La idea para el nombre de este blog la he tomado de uno de los Délires de Rimbaud intitulado Alchimie du verbe. Copio el comienzo:
Ahora yo. La historia de una de mis locuras.
Me jactaba desde hacía tiempo de dominar todos los paisajes posibles, y me parecían irrisorias las celebridades de la pintura y de la poesía moderna.
Me gustaban las pinturas idiotas, frisos sobre las puertas, decorados, telones saltimbanquis, anuncios, estampas populares; la literatura pasada de moda, latín de iglesia, libros eróticos sin ortografía, novelas de nuestras abuelas, cuentos de hadas, libritos de la niñez, óperas viejas, estribillos bobos, ritmos ingenuos.
Soñaba cruzadas, viajes de descubrimientos de los que no queda relato, repúblicas sin historia, guerras de religión sofocadas, revoluciones de costumbres, desplazamientos de razas y de continentes: creía en toda suerte de hechizos.
Inventé el color de las vocales -A negro, E blanco, I rojo, O azul, U verde-. Pauté la forma y el movimiento de cada consonante y, con ritmos instintivos, me precié de inventar un verbo poético accesible, tarde o temprano, a todos los sentidos. Me reservaba la traducción.
Se trató al principio de un boceto. Escribía silencios, noches, anotaba lo inexpresable. Fijaba vértigos.
Así, conviene, aceptando las palabras de Rimbaud como guía, romper las entrañas de la nada en busca de la matriz ubérrima que gestó al hombre, hay que aventurarse a mesar con suavidad los finos cabellos del cosmos que componen el entramado de la existencia, ¡generemos continentes para encerrar a la Locura, para moldear la materia onírica, para estancar al Sueño, astillador de toda serenidad! Hagamos, en definitiva, poesía, la marmita donde el vate experimenta con la verdad de todo lo que es, donde habla el más negro misterio en primera persona, donde impera La Alquimia del Verso.
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