domingo, 31 de julio de 2011

Mon amour

Hoy queda abierto el ciclo de la Démence, así se llama mi amor, mon amour la Démence, que meilumina con jirones de sueños atávicos trazados a pinceladas mientras procuro conciliar el sueño...

Vericuetos oníricos. Lejanía sideral. Pulverización material. Desintegración del último resuello. Paroxismo triangular... La créme de la créme... Silbido metálico templado. Contemplación plácida, pasiva, de todo lo que pasa. El ritmo de la vida disminuye hasta convertirse en vestigios residuales de diamante. Cincelemos el futuro: no merece el esfuerzo dormir. Susurros de la fiesta nocturna por entre el follaje quejumbroso que la brisa zarandea. Todo es tan sutil que uno se cansa... Conozco la historia de alguien que decía que quería trasladarse a la montaña para rehacer su vida allí pero sólo hizo el conato verbal de marcharse... y es que de vez en cuando, como el pelo, hay que recortarse la lengua, Madame. De cuando en cuando es higiénico hallar la medida justa de la balanza ejerciendo más peso sobre el platillo de la acción que sobre el del verbo, tan cultivado, tan feraz, ubérrimo, padre de los cadáveres más estúpidos y a veces embaucadores.

Mañana bien temprano van a estallar de cansancio los puentes de todas las ciudades. Los pobres son tan poco afortunados... los pisan y ellos han de soportar. Son menudos Atlas tácitos que cometieron un crimen ahogado en las entrañas del tiempo.

Buenas noches, Foile, Irrsinn, mon amour

domingo, 10 de julio de 2011

Sacerdocios

Últimamente me entretengo perpetrando sonetos de curicas. No es que tengan una gran logística métrica ni que me haya parado en afilarle la punta al contenido, pero me lo he pasado bien escribiéndolos y creo que tienen su gracia. Aquí va un par de ellos:

I.
Remigio el obispo tenía un deber:
se confirmaba un guapo jovenzuelo
y le era preciso alisarse el pelo
para estar ante el muchacho de buen ver.

Abrillantó su rojo anillo con gel
y aunque probó otras opciones primero
al fin acabó en su undécimo dedo
para que allí el beso fuera menester.

Temeroso de cometer pecado
se lavó la pija en agua bendita
mientras pensaba en Cristo y en sus clavos.

Recibió más tarde al fin la visita
y con falaz sonrisa disfrazado
se lo llevó en privado a su salita.

II.
Tuvo una mala noche el padre Ramón:
bebió whisky, vodka, ron y tequila
y bailó enseñando su tanga lila,
y al despertar se fue a plantar un mojón.

Realizando la escatológica acción
recordó que al llegar meó en la pila
en que él bautizó a la niña Camila
justo antes de vomitar por el balcón.

Casó en el bar a dos homosexuales
y accedió a hacer con ellos un trío
para saborear nuevos manjares.

Arrojó tras ello su biblia al río
y se fue a tomar un baño de sales
con un rubio, potente y guapo tío.

lunes, 4 de julio de 2011

Presentación

La idea para el nombre de este blog la he tomado de uno de los Délires de Rimbaud intitulado Alchimie du verbe. Copio el comienzo:

Ahora yo. La historia de una de mis locuras.

Me jactaba desde hacía tiempo de dominar todos los paisajes posibles, y me parecían irrisorias las celebridades de la pintura y de la poesía moderna.

Me gustaban las pinturas idiotas, frisos sobre las puertas, decorados, telones saltimbanquis, anuncios, estampas populares; la literatura pasada de moda, latín de iglesia, libros eróticos sin ortografía, novelas de nuestras abuelas, cuentos de hadas, libritos de la niñez, óperas viejas, estribillos bobos, ritmos ingenuos.

Soñaba cruzadas, viajes de descubrimientos de los que no queda relato, repúblicas sin historia, guerras de religión sofocadas, revoluciones de costumbres, desplazamientos de razas y de continentes: creía en toda suerte de hechizos.

Inventé el color de las vocales -A negro, E blanco, I rojo, O azul, U verde-. Pauté la forma y el movimiento de cada consonante y, con ritmos instintivos, me precié de inventar un verbo poético accesible, tarde o temprano, a todos los sentidos. Me reservaba la traducción.

Se trató al principio de un boceto. Escribía silencios, noches, anotaba lo inexpresable. Fijaba vértigos.

Así, conviene, aceptando las palabras de Rimbaud como guía, romper las entrañas de la nada en busca de la matriz ubérrima que gestó al hombre, hay que aventurarse a mesar con suavidad los finos cabellos del cosmos que componen el entramado de la existencia, ¡generemos continentes para encerrar a la Locura, para moldear la materia onírica, para estancar al Sueño, astillador de toda serenidad! Hagamos, en definitiva, poesía, la marmita donde el vate experimenta con la verdad de todo lo que es, donde habla el más negro misterio en primera persona, donde impera La Alquimia del Verso.